“Una mujer perdida, no es pérdida/es búsqueda./Una pérdida es mujer, amor, ave silenciada./Una mujer perdida son todos los ojos/y su voz gritándonos.../y nosotros esperando...”.
Así comienza el poema que Pancho Cabral le dedicó a Marita Verón, cuya historia atraviesa Tucumán y La Rioja. De allí es el escritor que hoy y mañana presentará en nuestra provincia su último libro “Hombres de albahaca y mujeres de agua”, en un recital de coplas y acordes que brindará junto a Adriana Tula en La Negra.
El autor integró Los Huanca Hua y Los Andariegos, cantó con Mercedes Sosa, sus temas fueron grabados por los mejores folcloristas del país y recibió decenas de reconocimientos. Pero nada iguala a su sentido de pertenencia riojana: “si hay algo de lo que no adolece mi obra es de identidad y cercanía provinciana”. “Mi producción artística tiene rasgos identitarios inconfundibles, pues al manejarme desde mi barrio, mi región, mi provincia y mis colores, olores, sabores, luchas, tristezas y alegrías del continente, indefectiblemente estoy diciendo desde dónde vengo y cuál es mi temática”, agrega.
“Todos los hombres somos de albahaca, por darle así un nombre al aroma particular de cada ser. Existe una magia indivisible en cada ser que al acercarnos nos transmite y nos anuncia el perfume de lo humano; y el riojano es de albahaca por su fiesta, por el sentido lúdico de ese ritual. La mujer es de agua: estamos nueve meses dentro de un vientre y después esa mujer nos enseña a vivir, comer y andar por la vida. La unión entre el hombre y la mujer viene y avanza por las luchas cotidianas, por el amor, por la tristeza, por la esperanza. Son hacedores de vida”, reflexiona.
Cabral señala que su nuevo libro “tuvo dos enormes disparadores: el origen, que es América, y la memoria, con José Gabriel Condorcanqui (Tupac Amaru), la grandeza del continente americano y el hito referencial de las luchas”. En sus distintos capítulos “va nombrando rastros, trazos de identidad comarcana, como las ‘Divinidades diaguitas’ y su magia; ‘El solar de la albahaca’ o los ‘Juegos con espejos’. La creación artística no tiene limites y por lo tanto vuela y crea su mundo, real e irreal, de ficción y maravilloso”, detalla.
En 1983, el escritor se fue a Europa, donde estuvo radicado más de una década. “El ser y estar allí construyó en este cantor coplas con otros colores, olores y sabores. El compartir con músicos europeos y el militar en un comité latinoamericano llegó a dejar en mí nuevos sonidos que felizmente supe asimilar. Puse en mi canto la rítmica de un continente, y aprendí a amarlo al verme proyectado desde allá hacia aquí. Esas nuevas perspectivas de composición le dieron a mis canciones otros acentos rítmicos que antes no los percibía, sones diferentes, amplios y ricos desde lo musical”, resume esa experiencia.
DOS FUNCIONES
• Hoy a las 23 y mañana a las 22 en La Negra Restaurant (General Paz y Miguel Lillo).